lunes, 19 de junio de 2023

Secretos de una noche de verano

De Lisa Kleypas

Pág. 384; Ediciones B; ISBN 978-84-96581-51-7

 

Como «el agua y el aceite» y «los opuestos se atraen» son dos dichos populares que caben perfectos para esta historia.

Ella rubia, él moreno; ella delicada, él rustico; ella de buena cuna, él hijo del proletariado; ella sin dinero, él millonario; ella en busca de un marido de la nobleza que la ayude a salir de la banca rota, él interponiéndose en su camino y de una manera arrolladora.

En apariencia nada da a entender que entre ellos pueda existir algo, salvo el deseo de Simon Hunt de poder tener entre sus sábanas a la bella y delicada Annabelle Peyton; y el deseo de ella de que Simon desista de una buena vez de su deseo de perseguirla por todos los bailes de la sociedad londinense.

Annabelle buscaba un marido adinerado pero lo buscaba dentro de la clase alta sofisticada, alguien que fuera poseedor de algún título nobiliario o, en última instancia, un miembro de la aristocracia rural. Un hombre que fuera aceptado dentro de ese mundo frívolo de bailes y picnic a la vera del rio y de sonrisas coquetas escondidas detrás del abanico. Simon Hunt no encajaba en ese mundo, él era empresario y su padre era un carnicero. La sociedad no veía con buenos ojos a los hombres que ganaban su dinero trabajando. Por más que  este tuviera más dinero que ellos y que tuvieran que recurrir a él para obtener favores. La hipocresía que siempre se esconde detrás de la clase alta.


Con veinticinco años, una edad en la que para esa sociedad victoriana ya había pasado la hora de casarse, a Annabelle comenzaba a notarse la desesperación por encontrar marido. Las deudas comenzaban a acumularse cada vez más. No podría ocultar por mucho tiempo que no poseía una dote que ofrecer a su futuro marido y los rumores ya estaban rondando “por los pasillos”. Esa era una razón por la que muchos caballeros, a pesar de estar encantados con su belleza no pasaban de un coqueteo inocente.

En uno de eso bailes a los que asistía solo para permanecer sentada contra la pared, entabló amistad con tres jóvenes: Evie Jenner, hija de un exboxeador y dueño de una casa de juegos de mala reputación, y Lilian y Daisy Bowman, dos hermanas norteamericanas que viajaron a Inglaterra por capricho de la madre que buscaba a toda costa casar a sus hijas con aristócratas británicos.

Las cuatro chicas que corrían la misma suerte, aunque por diferentes motivos cada una de ellas, decidieron aunar fuerzas y comenzar a ayudarse mutuamente en concretar la meta de conseguir el tan ansiado esposo. Como Annabelle era la de mayor edad tenía prioridad en el grupo autoproclamado Las Floreros.  

El plan comenzaría en la estancia de Stony Cross Park, la residencia del conde Westcliff. Íntimo amigo y socio de Simon.

La estrategia estaba en marcha, la presa estaba elegida y, aunque con ciertos altibajos, estaba dando resultados, pero había algo con lo que ninguna de las Floreros contaba y era que la presencia del detestable Hunt quebraría todas las barreras de la joven Peyton.

Puede que Simon no hubiese nacido en cuna de oro, que no conociera todas las reglas protocolares, que fuese mirado por la nobleza como un usurpador y que solo fuera aceptado a las reuniones sociales por ser amigo de Westcliff, quien tenía el título de conde más antiguo de toda Inglaterra; pero no se puede poner en duda que era todo un caballero. De una personalidad fuerte y enérgica que se desvanecía frente a una mujer. Él siempre estuvo ahí para brindarse a ella y toleró todas las respuestas insultantes y los desaires que ella le hizo.

Hubo desde un primer momento entre ellos una atracción irresistible que ella se negaba a admitir y que él se negaba a descartar.

A veces uno cree pertenecer a un lugar o anhela ser parte de algo, pero tal vez, una este equivocada y eso que uno cree querer, en donde siente que una pertenece, en realidad no es así. Una pertenece al lugar en donde puede ser una misma sin reparo ni restricciones y eso fue una lección que Annabelle aprendió siendo presa del pánico en el momento en que divisó su futuro y Simon no estaba en él.

Aunque hay un pre y un post de saga Las Floreros, para mí en particular este y la tercera entrega (El diablo en primavera) son los mejores libros. Sus personajes son ricos y divertidos en todos los aspectos. Como siempre Lisa Kleypas no nos decepciona. Vas a entrar a la frescura de esas noches de verano y vas a salir anhelando tener a u Simon Hunt en tu vida.

«Un escalofrío recorrió su oreja cuando Hunt se inclinó y, con voz cargada de regocijo, murmuró:

―Jaque mate».


lunes, 5 de junio de 2023

Amanda Quick... ¿escritora de romance?

 

Debo reconocer que Amanda Quick es una de mis escritoras favoritas suplentes. Pasó del cuarto lugar al tercero en estos primeros meses del año, pero hay que admitir que no es una escritora de romántica, sino más bien de una literatura amena "policial" con escenas de sexo que distan mucho de abrazar el romanticismo.

Admiro su escritura porque es obvio que, a pesar de no encontrar nada de romance ni de pasión en sus historias, te atrapa y leés buscando en algún momento encontrar escenas que justifiquen la calificación de la editorial y de las librerías al momento de publicarlas y exhibirlas en los estantes. Y es ahí cuando llega una escena en la que los protagonistas se encuentran a solas y sentís que van a parecer esas sensaciones internas de emoción y ansiedad te quedas en la nada misma. No hay escenas románticas ni dulces ni de flirteos. Las únicas escenas que una puede entender como pasionales son las de “sexo” y pasan volando sin ninguna intensidad ni profunda ni superficial. Es como que las escribiera para justificar la calificación de escritora de romántica.


El último libro que leí de ella (hoy) decía en la portada: “Ella ansiaba una vida sencilla. Él la arrastraría a una pasión enloquecedora”. 350 páginas. Iba por la mitad y me preguntaba: ¿Cuándo llega la pasión?¿Era un capítulo que venía a parte del libro?


Una no espera que todo el libro sea de sexo ni de cursilería, pero espera encontrar algo que la haga sentir esa contracción en el vientre por la expectativa de vivenciar, de anhelar eso que está leyendo como si le estuviera pasando a una. Con las novelas de Amanda no sucede, o por lo menos a mí –en el sentido de romance, no discuto en absoluto su poder narrativo. Pero en el tema amor me deja una cuota muy grande sin pagar–.


Por otro lado, cuando una es adicta a la lectura romántica de época, siente cierto amor por las reglas que la rigen, por más que en la actualidad no las seguiría al pie de la letra, muchas les parecieran absurdas, no se dejaría dominar, etcétera, etcétera. Pero si leemos de Inglaterra Victoriana cansa sobremanera que todas, todas, todas sus protagonistas femeninas sean feministas que están en contra de todas las reglas habidas y por haber, que son independientes, que no les interesa su reputación, que no les interesan las convenciones y no solo eso, sino que también son tan tercas y caprichosas que se vuelven insoportables.

Porque está bien, una espera que, obvio, no sea una sumisa la protagonista ni que el protagonista sea un neandertal que no respeta a las mujeres y sobre todo a la mujer que ama, pero de ahí a hacerla no tener sentido común, no hace más que presentar a la mujer como una idiota, opuesto a lo que en realidad intenta mostrar con su temperamento y su actitud liberal e impertinente.



Como por ejemplo, algo que se repite en varios libros: se encuentra con un tipo que toda su vida fue detective, que fue agente encubierto de la corona, pero cómo ella que es una virgen que se hace pasar por viuda y que escapó del campo porque no pudo lidiar con un simple cotilleo falso, le va a hacer caso a él cuando le dice que corre peligro, que no se encuentre con tal persona, que no vaya a tal lugar sola, siendo consciente la mujer de que están tratando con un asesino, un violador, un tipo de la peor calaña y sin escrúpulos. ¡Por Dios! En qué cabeza cabe que un hombre experimentado tenga razón y ella no. ¡Cómo le va a decir qué hacer!


Crear un personaje femenino con sentido común no la va a hacer menos inteligente ni menos liberal ni menos feminista.


Yo admito que cuando me encuentro con esas protagonistas deseo que el hombre nunca la salve de la decisión idiota que toma, ¡porque encima eso! El hombre le advierte, ella no le hace caso, termina en problemas y él tiene que ir a rescatarla. Yo quiero que esa mujer que no es mas que una idiota, y así siento que Amanda representa a las mujeres en la mayoría de sus libros, sufra las consecuencias. Si quiero leer sobre una mujer rebelde y feminista leo el diario de hoy o prendo la tele y veo el noticiero. Si leo sobre Inglaterra Victoriana quiero leer esas absurdas reglas que, en esa época y en literatura, amo. Se puede crear una historia atrapante sin necesidad de volver a una mujer del siglo XIX una típica mujer del siglo XXI ni hacer que la mujer de aquella época sea un sumida sin personalidad ni cerebro.

Dicho esto, aunque ahora no lo parezca, me gusta la narrativa de Amanda, pero no la considero romántica. No hay duda de la calidad de escritura de Quick. Alguien que genera en una simple lectora estos sentimientos encontrados lo único que queda es sacarse el sombrero ante ella. Son hasta ahora, solo dos libros los que no he terminado de leer, el resto una vez que los comencé a leer no paré hasta terminarlos.


Y ahora, como muestra de que en realidad es una de mis escritoras preferidas, paso a detallar algunos de sus libros que me han gustado:

El veneno perfecto

El peligro de la pasión

Cita de amor

La imprudente

Las trampas de la seducción

Compromiso por conveniencia

El tercer circulo

Jardines de Cristal


y vos, ¿leíste alguna novela de Amanda Quick? ¿Qué te parecieron?