Ediciones Zeta Bolsillo; ISBN: 978-84-96778-26-9
De los
caminos más solitarios, negros y desolados si los hay en lo que llevo de
lectura romántica hasta el momento.
La vida de Sin MacAllister es aquella que podría haber terminado siendo un
asesino serial, que si bien aunque hay varias muertes en su haber no fueron por
placer, sino por sobrevivir y por obedecer a una lealtad que pocos poden tener,
lejos está de convertirse en uno.
Sin fue un niño ilegítimo, nacido fruto de una infidelidad de su padre, un
escoses líder del clan MacAllister, su madre hija de un conde ingles que
cayó en desgracia luego de su nacimiento.
Fue desterrado de todos los lugares imaginables y no tanto, a todos aquellos
que vio indefensos les ofreció su protección, y de todos obtuvo su
indiferencia, y de sus progenitores y de la persona a quien fue dado en
custodia por orden del rey, no solo la indiferencia sino la crueldad en su
máxima expresión. Una persona con un poco de sensibilidad lee página tras
página y no puede evitar que los ojos se le llenen de lágrimas y entiende a la
perfección la persistencia de Macedonia para poder llegar al corazón de ese
guerrero. Situación que en otras historias yo estaría repudiando.
«—Duerme
bien, esposo— murmuró. Porque cuando amaneciera tenía intención de iniciar la
guerra que esperaba terminaría ganándole su corazón».
Pero con
Sin no se puede, ese caballero corpulento, valiente a quien todos le temen no
es más que un cachorro indefenso buscando cariño.
Todo comienza cuando los sarracenos, quienes lo tenían de esclavo, lo enviaron
a matar al rey Enrique. Llevaba cuatro años bajo los castigos violentos de
estos hombres. Y él solo buscaba libertad. Entró a la carpa del Rey, puso la
daga sobre su cuello mientras dormía y… pidió ayuda a cambio de lealtad.
Enrique, que no era tonto, se la concedió.
Con
dieciocho años se volvió el guerrero más leal y letal del trono de Inglaterra y
como tal, años después, fue el elegido para sacrificarse, nuevamente, en nombre
de esa lealtad.
Unos rebeldes del clan MacNeely cometían actos delictivos a los ingleses que
habitaban Escocia y sus alrededores. Un acto al que el rey Enrique debía poner
fin, y para ello eligió a su mano derecha a la hora de librar una batalla: Sin
MacAllister (aunque él nunca usaba ese apellido ya que no se sentía parte del
clan ni mucho menos escosés).
Para llevar adelante su misión, Enrique lo obligó a casarse con la sobrina del líder de los MacNeely que había ido a visitar a una tía y terminó siendo secuestrada por el rey. El plan era que el matrimonio entre ellos le permitirá a Sin meterse en su clan, descubrir quién era el Incursor y entregárselo a Enrique.
Sin, claro está, se negó, a pesar de haber visto a Macedonia y quedar prendado de su belleza, de su valentía y de su audacia, pero el hecho de que fuera una típica escocesa con su hermoso y largo cabello rojizo, le ponía trabas, más de las que ya se autoimponía Sin para relacionarse con cualquier persona sin armas de por medio. Detestaba todo lo que fuera escosés, le recordaba lo padecido por su familia y su desprecio, aunque, hay que aclarar, se llevaba bien con sus medios hermanos.
Sin no tuvo más remedio que acceder a lo que pedía su rey, con la intención de una vez dentro del clan, descubriría al Incursor y volvería a Inglaterra, liberando a Macedonia de su presencia Y de ese compromiso en contra de su voluntad. Era consiente que al entregar a uno de su clan a Enrique se ganaría su desprecio.
Macedonia, por su parte, intentó varias veces escapar de las garras de Enrique, pero Sin todas esa veces logró dar con ella, acompañado de su buen amigo Simón, y la devolvió al castillo. No le quedó otra opción, si es que quería volver a su país sana y salva junto con su hermano menor, quien también había sido secuestrado junto con ella, que aceptar el mandato de Enrique. Así, pues, luego del casamiento y de inventar una noche de bodas apasionada, emprendieron el viaje a Escocia.
«Al día
siguiente ella sería suya. Entonces podría tomarla, una y otra vez, hasta que
ambos se hubieran quedado sin fuerzas.
Pero, en el fondo de su corazón, Sin ya sabía que eso nunca llegaría a ocurrir.
Él nunca permitiría que ocurriese».
Al llegar
Sin no fue bien recibido, algo que no le pareció para nada fuera de lo común:
nadie lo quería, y esto es algo que se repite constantemente en la novela, y en
las novelas de esta autora. Aunque es algo repetitivo y cansador, por lo menos
en esta historia no me ha hecho voltear los ojos 🙄 cada vez que Sin pensaba en que:
no era digno del amor de Macedonia, de que no podría jamás ser feliz porque la felicidad
no había sido creada para él y lalalala. Así que cuando él le dice a Macedonia
que le enseñe lo que es el amor… se cae el teatro abajo en ovaciones, en
grandes OOOOOOOOOh, y sonrisas de emociones, con esas ganas de hacer el baile
del sombrerero loco de Johnny Deep en Alicia en el País de las maravillas. 😂🤣
«—Callie.
Peeeero, es justamente ahí donde todo se desmorona y Sin vuelve a sacrificarse por alguien. Porque él ya sabía quién era el Incursor. Al poco tiempo de estar entre el Clan MacNeely lo supo, a pesar de que ellos no le suministraron mucha información al respecto, ya que tomaban como una traición que Macedonia se hubiera casado con un inglés. El Incursor, al ser alguien allegado a Macedonia, Sin no podría entregarlo a Enrique porque sabía lo que haría con él; lo ejecutaría para dar un aviso: Nadie se mete con Enrique, rey de Inglaterra.
Es una novela entretenida. Kinley tiene facilidad para escribir sobre la era
medieval. Si bien todas las novelas de esta saga: La hermandad de la espada, te
llevan a leerla hasta terminar, a pesar de que te machaca todo el tiempo la
cabeza con “no soy digno, no merezco, como alguien podrá quererme”, Nacido en
pecado es la única novela que no es taaaan fastidiosa con ese cantito. Y es la
única, por lo menos lo que me sucedió a mí, que te hace estremecer 😢 al leer
los pasajes en que Sin recuerda cómo fue «elegido» su nombre, cómo fue
despreciado por su padre, por su madre, por su hermano, por su madrastra, por
su cuidador, por los sarracenos. Te da una congoja que uno piensa que
ningún personaje, por más literario que sea, puede vivir tanto desprecio, tanto
dolor.
Si te gustan las historias medievales románticas esta sin duda te va a gustar.
Si ya la leíste contame qué te pareció, y si todavía no lo has hecho no lo
dudes, sé que te va a encantar.
Espero tus comentarios. 😘