lunes, 28 de agosto de 2023

Nacido en pecado



de Kinley MacGregor

Ediciones Zeta Bolsillo; ISBN: 978-84-96778-26-9

De los caminos más solitarios, negros y desolados si los hay en lo que llevo de lectura romántica hasta el momento.
La vida de Sin MacAllister es aquella que podría haber terminado siendo un asesino serial, que si bien aunque hay varias muertes en su haber no fueron por placer, sino por sobrevivir y por obedecer a una lealtad que pocos poden tener, lejos está de convertirse en uno.
Sin fue un niño ilegítimo, nacido fruto de una infidelidad de su padre, un escoses líder del clan MacAllister, su madre hija de un conde  ingles que cayó en desgracia luego de su nacimiento.
Fue desterrado de todos los lugares imaginables y no tanto, a todos aquellos que vio indefensos les ofreció su protección, y de todos obtuvo su indiferencia, y de sus progenitores y de la persona a quien fue dado en custodia por orden del rey, no solo la indiferencia sino la crueldad en su máxima expresión. Una persona con un poco de sensibilidad lee página tras página y no puede evitar que los ojos se le llenen de lágrimas y entiende a la perfección la persistencia de Macedonia para poder llegar al corazón de ese guerrero. Situación que en otras historias yo estaría repudiando.

«—Duerme bien, esposo— murmuró. Porque cuando amaneciera tenía intención de iniciar la guerra que esperaba terminaría ganándole su corazón».


Pero con Sin no se puede, ese caballero corpulento, valiente a quien todos le temen no es más que un cachorro indefenso buscando cariño.
Todo comienza cuando los sarracenos, quienes lo tenían de esclavo, lo enviaron a matar al rey Enrique. Llevaba cuatro años bajo los castigos violentos de estos hombres. Y él solo buscaba libertad. Entró a la carpa del Rey, puso la daga sobre su cuello mientras dormía y… pidió ayuda a cambio de lealtad. Enrique, que no era tonto, se la concedió.

«—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó éste—. Quiero la libertad.
Enrique frunció el ceño ante el niño y el peculiar y marcado acento con el que hablaba.
—¿La libertad?
El muchacho asintió, sus ojos ardían con un brillo fantasmagórico en la oscuridad. Aquellos ojos no pertenecían a un niño. Pertenecían a un demonio que había visto hasta el último rincón del infierno».

Con dieciocho años se volvió el guerrero más leal y letal del trono de Inglaterra y como tal, años después, fue el elegido para sacrificarse, nuevamente, en nombre de esa lealtad.
Unos rebeldes del clan MacNeely cometían actos delictivos a los ingleses que habitaban Escocia y sus alrededores. Un acto al que el rey Enrique debía poner fin, y para ello eligió a su mano derecha a la hora de librar una batalla: Sin MacAllister (aunque él nunca usaba ese apellido ya que no se sentía parte del clan ni mucho menos escosés).


«(…) mi padre no quiso tener nada que ver conmigo. Cada vez que yo intentaba hablar con él hacía como si no me oyera. Si iba hacia él, me volvía la espalda y se marchaba.
Para mi madrastra, yo no era más que un doloroso recordatorio de la infidelidad de mi padre. Sólo le inspiraba desprecio».


Para llevar adelante su misión, Enrique lo obligó a casarse con la sobrina del líder de los MacNeely que había ido a visitar a una tía y terminó siendo secuestrada por el rey. El plan era que el matrimonio entre ellos le permitirá a Sin meterse en su clan, descubrir quién era el Incursor y entregárselo a Enrique.
Sin, claro está, se negó, a pesar de haber visto a Macedonia y quedar prendado de su belleza, de su valentía y de su audacia, pero el hecho de que fuera una típica escocesa con su hermoso y largo cabello rojizo, le ponía trabas, más de las que ya se autoimponía Sin para relacionarse con cualquier persona sin armas de por medio. Detestaba todo lo que fuera escosés, le recordaba lo padecido por su familia y su desprecio, aunque, hay que aclarar, se llevaba bien con sus medios hermanos.

Sin no tuvo más remedio que acceder a lo que pedía su rey, con la intención de una vez dentro del clan, descubriría al Incursor y volvería a Inglaterra, liberando a Macedonia de su presencia Y de ese compromiso en contra de su voluntad. Era consiente que al entregar a uno de su clan a Enrique se ganaría su desprecio.
Macedonia, por su parte, intentó varias veces escapar de las garras de Enrique, pero Sin todas esa veces logró dar con ella, acompañado de su buen amigo Simón, y la devolvió al castillo. No le quedó otra opción, si es que quería volver a su país sana y salva junto con su hermano menor, quien también había sido secuestrado junto con ella, que aceptar el mandato de Enrique. Así, pues, luego del casamiento y de inventar una noche de bodas apasionada, emprendieron el viaje a Escocia.

«Al día siguiente ella sería suya. Entonces podría tomarla, una y otra vez, hasta que ambos se hubieran quedado sin fuerzas.
Pero, en el fondo de su corazón, Sin ya sabía que eso nunca llegaría a ocurrir.
Él nunca permitiría que ocurriese».

Al llegar Sin no fue bien recibido, algo que no le pareció para nada fuera de lo común: nadie lo quería, y esto es algo que se repite constantemente en la novela, y en las novelas de esta autora. Aunque es algo repetitivo y cansador, por lo menos en esta historia no me ha hecho voltear los ojos 🙄 cada vez que Sin pensaba en que: no era digno del amor de Macedonia, de que no podría jamás ser feliz porque la felicidad no había sido creada para él y lalalala. Así que cuando él le dice a Macedonia que le enseñe lo que es el amor… se cae el teatro abajo en ovaciones, en grandes OOOOOOOOOh, y sonrisas de emociones, con esas ganas de hacer el baile del sombrerero loco de Johnny Deep en Alicia en el País de las maravillas. 😂🤣

«—Callie.

No se dio cuenta de que había pronunciado su nombre en voz alta hasta que ella se volvió a mirarlo.
—¿Sí?
Él miró a su esposa, allí de pie en el pasillo con sus rojos cabellos cayéndole sobre los hombros en suaves rizos. Callie llevaba el plaid verde, amarillo y azul oscuro de su padre y la falda negra realzaba su magnífica figura.
Era la visión más hermosa que jamás hubieran contemplado sus ojos.
—¿Puedes enseñarme qué es el amor?
Callie sintió que se quedaba sin respiración cuando aquellas palabras dichas en voz tan baja llegaron a sus oídos».

Peeeero, es justamente ahí donde todo se desmorona y Sin vuelve a sacrificarse por alguien. Porque él ya sabía quién era el Incursor. Al poco tiempo de estar entre el Clan MacNeely lo supo, a pesar de que ellos no le suministraron mucha información al respecto, ya que tomaban como una traición que Macedonia se hubiera casado con un inglés. El Incursor, al ser alguien allegado a Macedonia, Sin no podría entregarlo a Enrique porque sabía lo que haría con él; lo ejecutaría para dar un aviso: Nadie se mete con Enrique, rey de Inglaterra.

Es una novela entretenida. Kinley tiene facilidad para escribir sobre la era medieval. Si bien todas las novelas de esta saga: La hermandad de la espada, te llevan a leerla hasta terminar, a pesar de que te machaca todo el tiempo la cabeza con “no soy digno, no merezco, como alguien podrá quererme”, Nacido en pecado es la única novela que no es taaaan fastidiosa con ese cantito. Y es la única, por lo menos lo que me sucedió a mí, que te hace estremecer 😢 al leer los pasajes en que Sin recuerda cómo fue «elegido» su nombre, cómo fue despreciado por su padre, por su madre, por su hermano, por su madrastra, por su cuidador, por  los sarracenos. Te da una congoja que uno piensa que ningún personaje, por más literario que sea, puede vivir tanto desprecio, tanto dolor.

Si te gustan las historias medievales románticas esta sin duda te va a gustar.

Si ya la leíste contame qué te pareció, y si todavía no lo has hecho no lo dudes, sé que te va a encantar.
Espero tus comentarios.
😘

Sinopsis Nacido en pecado

 

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